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miércoles, 21 de marzo de 2018

Como sé que la pareja elegida es la pareja adecuada

La primera clave para dar en el clavo del noviazgo es hacer una elección adecuada, ¿recordáis? Pero ¿cómo elegir bien? ¿Cómo sé que la pareja con la que empiezo a salir es la adecuada, la mujer o el hombre de mi vida? Aquí tienes 7 pistas.

MIENTRAS DORMIAS

1. La belleza, y la belleza donde suele estar es en el exterior. Eso de que la belleza está en el interior es muy discutible: fue un truco publicitario, la frase promocional de La bella y la bestia, y es el consuelo de feos y feas. La belleza donde suele estar es en el rostro y en el body. O mejor dicho, la belleza suele estar en el exterior porque está en el interior. Somos cuerpo y alma y llevamos escrita nuestra personalidad y nuestra biografía en la cara, como decía Ortega. Una persona resentida y avinagrada normalmente tendrá cara de resentida y avinagrada; y una persona optimista normalmente tendrá cara de optimista. La apariencia corporal es un primer indicio para elegir, y no tiene por qué ser una mala guía.

2. Cualidades de su sexo y cualidades personales. La belleza sólo es un primer paso, habrá que fijarse además en otras cosas. Porque Marilyn Monroe era un pibón pero para usted de contar, no sé si me entiendes. Habrá que fijarse en primer lugar, en las cualidades propias de su sexo. Normalmente lo que un hombre busca de una chica es que, además de atractiva, sea femenina, delicada, posea intuición, tenacidad, capacidad de acogida, instinto maternal… Y lo que una chica busca en un chico es caballerosidad, valentía, seguridad, carácter luchador… Y en segundo lugar, las cualidades propias de esa persona concreta: si es alegre, emprendedor, valiente, profundo, comprensivo/a, etc.

3. Sintonía de carácter. Ya está, ya hay feeling. Vamos bien. Pero aunque nos guste un montón el Tarzán o la princesita, puede que no haya sintonía de carácter. ¿Casan bien una persona ahorrativa y otra derrochadora compulsiva?, ¿Una chica comunicativa con un chico hermético?, ¿un egoísta de tomo y lomo con una abnegada? Puede que sí, puede que no… eso es lo que tendrán que calibrar él y ella. Porque no es fácil cambiar al otro, ni sencillo cambiar de carácter… la cabra tira al monte. Para eso está el noviazgo, para ver si compensa o no esa diferencia de caracteres.

4. Misma educación.- No es elitismo, sino sentido común. No somos lo que comemos sino lo que nos hemos formado (educación, estudios, influencia familiar, bagaje cultural). Si no se tiene el mismo o similar nivel de educación –en sentido amplio- es difícil construir una relación duradera y fructífera. No es baladí calibrar ese aspecto a lo largo del noviazgo.

5. Lo más importante de todo: compartir visión de la vida. Podrá ser más o menos atractivo, con más o menos cualidades, o mejor o peor formado, pero si no compartís la misma visión de la vida, más vale que lo dejéis. Esa es la clave. Lo decisivo no es compartir gustos y aficiones, sino si pensáis igual respecto a Dios, la familia, los hijos, el trabajo, el hogar, la muerte, el amor… los grandes temas de fondo. En teoría, no parece acertada la combinación de una católica convencida con un ateo laicista y beligerante; o la de un cristiano y una musulmana –que tienen formas de entender la vida contrapuestas-; o alguien que no quiera ver niños ni en pintura con alguien que los adore y quiera familia numerosa.

6. Le eliges a él o ella, pero también a su familia. Como le pasa a Sandra Bullock en la película “Mientras dormías” te casas con tu chico, sí, pero el pack incluye los padres de él, hermanos, cuñados, tíos y a veces hasta un perro. Y todo eso te lo vas a comer tú… porque te casas también con la familia. Obviamente lo decisivo es que te mole él o ella, pero no está de más ver qué tal te cae su familia, porque él o ella nunca dejarán de ser hijos de… o hermanos de…

7. Y recuerda: eres libre. Nadie te obliga a seguir si no te convence o no lo tienes suficientemente claro. Si quieres seguir adelante con el noviazgo es porque has reconocido al hombre/mujer de tu vida y estás entusiasmado. De eso se trata, de decirle sí al otro, libre y voluntariamente.

Alfonso Basallo y Teresa Díez, Actualidad


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