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jueves, 24 de agosto de 2017

Diez formas en las que puedes herir a tu esposo más de lo que crees y quieres: ¿qué dice la Biblia?


Diez formas en las que puedes herir a tu esposo más de lo que crees y quieres: ¿qué dice la Biblia?

CL/ReL
Recientemente publicamos  un artículo bajo el título 
Diez formas en las que puedes herir a tu esposa sin darte cuenta:  la Biblia advierte de ellas.

Su autora, Molly Parker, casada hace 22 años y madre de tres hijos, residente en California, ha escrito en Crosswalk otro dirigido a la segunda parte del matrimonio: ellas y algunas actitudes que de forma inconsciente pueden dañar mucho a ellos, hacerles sentir como unos fracasados, y perjudicar la relación misma. Como en el caso de los errores masculinos, acude a la Biblia buscando orientación... y la encuentra.

Molly ha extraído sus diez conclusiones preguntando a su marido y a amigos, y hace una observación general: una cosa es tener un fallo, "de lo cual cualquier hombre puede reponerse y salir adelante", y otra sentirse un fracasado, porque eso "es más duradero,puede convertirse en una etiqueta, un distintivo, una identidad". Y ahí está el peligro.

Por fortuna, Parker recuerda a quienes se sientan así que Dios ya emitió su propio juicio sobre el hombre: "Algo menor le hiciste que los ángeles y de gloria y honor le coronaste" (Sal 8, 6).

1. No está satisfecha con los ingresos familiares
Es natural desear cosas y es normal que muchas cosas que se desean no se puedan tener. El problema viene cuando "cojo mi lista de deseos y la agito sobre su cabeza dos veces al día": "Eso no puede ser bueno para nuestro matrimonio. Si yo siento la tentación de sentirme una fracasada por no tener esas cosas... ¿cómo le haré sentirse a él, que me regalaría el mundo si pudiese?". En vez de contar dinero, la esposa debería ser, como en un dicho del siglo XVII, "la mejor compañera de su marido en la prosperidad y su amiga más fiel en la adversidad".

"Mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su riqueza, en Cristo Jesús" (Filip 4, 19).

2. No olvida ningún fallo del pasado
"Recordar los fallos del pasado genera una doble carga sobre el corazón de un hombre", advierte Parker: "Ya es bastante tener que lidiar con las deficiencias de hoy, para que encima su mujer se abalance sobre él recordándole deficiencias de ayer que no tienen nada que ver". Una esposa que se comporta así "no entiende la profundidad de la gracia de Dios", y por tanto no puede darla a su vez.

"Hermanos, una cosa hago: olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante" (Filip 3, 13).

3. Plantea expectativas desmedidas para las vacaciones
Pedir un masaje con piedras calientes una vez en la vida por tu cumpleaños es una cosa, pedirlo todos los años y en Hawai "quizá es pedir demasiado", ironiza Molly. "Una vez", recuerda, "establecí unas expectativas poco realistas para la participación de mi marido en la cena de Nochebuena. Pero el año pasado se durmió antes que los niños y todas las fantasías de abrir los regalos junto al árbol bebiendo sidra se vinieron abajo". Pero ella se hace esta reflexión: "Si en el contexto de un matrimonio de 22 años ha demostrado ser un buen hombre, ¿por qué hacerle sentir como si me hubiese fallado... y además en Navidad?".

"Sed prontos para escuchar, tardos para hablar, tardos para la ira" (Sant 1, 19).

4. Pone excusas para las relaciones íntimas
Puede haber razones de todo tipo con las que la mujer evita las relaciones íntimas con su marido, "pero cuando las excusas se acumulan sin motivo aparente, un hombre puede pensar que ha fallado en algo: '¡Solía volverla loca! ¿Por qué mis necesidades ya no son una prioridad para ella?'". Tal vez la esposa considera que hay que resolver los problemas conyugales antes de mantener relaciones, "pero los expertos no están de acuerdo", dice: "La probabilidad de arreglar las cosas es mucho mayor después del sexo".

"Lo que Dios unió no lo separe el hombre" (Mc 10, 9).

5. Le recuerda que se supone que él debe ser el líder
Hay algo más enojoso que un marido recordándole a su mujer que debe obedecerle, dice la autora: ¡una esposa recordándole que el líder es él... y un "líder a su servicio"! Resulta paternalista, sermoneador y presuntuoso, especialmente si se usa cierto "tono". Molly sugiere que una esposa amable, humilde y sabia tiene más poder, "y si las oraciones por su marido sustituyen a las impertinencias sobre sus fallos, es más probable que ella le convierta en el hombre de sus sueños".

"Las mujeres estén sujetas a sus maridos, para que, si algunos no se rinden a la Palabra, sin palabra sean ganados por el comportamiento de las mujeres, al considerar vuestra conducta casta y respetuosa" (I Pe 3, 1-2).

6. Cuestiona la forma en la que educa a sus hijos
Molly confiesa que es demasiado correctora y quisquillosa con la forma en la que su marido educa a los hijos: "Fuiste muy duro con ella... Fuiste muy blando con él... Ve ahora a darle un abrazo...". Y considera "ridículo" actuar así porque "¡es un padre increíble que incluso les hace los deberes de ciencias!". Y plantea una idea importante: "Si un hombre fracasa como padre, lo arrastrará el resto de su vida. Pero si lo hace bien... ¡no hay mayor medida del éxito! Así que una mujer debe estar junto a su marido cuando ambos abordan juntos el trabajo más difícil sobre la tierra: educar hijos que se conviertan en buenos adultos".

"No es bueno que el hombre esté solo. Le haré una ayuda semejante a él" (Gén 2, 18).

7. Le compara con otros hombres
Lo cual es una "faena" para ellos, educados desde el colegio en competir continuamente. Pero luego está "el hogar, un lugar donde sentirse libre de la trampa de las comparaciones... ¿o no?". Escuchar de su esposa el dinero que ganan otros hombres, o lo galantes que son con sus mujeres, o cómo les ofrecen una vida de emoción y aventuras... "sugiere que ellas están más interesadas en moldear a su marido según su ideal que según el ideal de Dios", en vez de "dejar margen a Dios para que actúe en su vida". Las cosas requieren su tiempo: ¡incluso Jesús, en cuanto hombre, maduró!

"Y Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres" (Lc 2, 52).

8. Se avergüenza de sus actividades
"Si una mujer no respeta, admira y apoya su profesión, sus aficiones y sus intereses, es seguro que él se sentirá un fracasado": no hace falta darle muchas vueltas. Es posible que el hombre se entregue en exceso a cualquiera de esas actividades, pero entonces será probablemente más eficaz rezar para que él establezca mejor sus prioridades teniendo presente a Dios en su camino.

"En todos tus caminos piensa en Él, y Él allanará tus senderos" (Prov 3, 6).

9. No disfruta de su vida juntos
Molly recuerda que, cuando llevaban 12 años casados, tuvieron que trasladarse de California a Alabama por razones de trabajo que su marido no podía evitar. Para ella fue un disgusto y no consiguió dejar a un lado sus sentimientos: "Él se sintió desesperanzado y desanimado, como si hubiese fallado en darme una vida feliz". Puede haber otras razones que hagan difícil la alegría, pero... "una mujer sin alegría hace que su hombre se considere un fracaso". Lo importante en estos casos es siempre "mantener abierta la línea de comunicación".

"Llevad los unos las cargas de los otros, y así cumplid plenamente la ley de Cristo" (Gál 6, 2).

10. Le corrige en público
"Nada le chupa la vida a un hombre más que una esposa que le empequeñece en público, y a veces basta para ello una mirada", afirma la autora del artículo: "Incluso si él se lo merece, una mujer se ganará más el respeto, de él y de los demás, si lo guarda para sí y ama profundamente a su marido".

"Mantened la caridad unos con otros, porque la caridad cubre la muchedumbre de los pecados" (I Pe 4, 8).

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