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martes, 1 de noviembre de 2016

Primera misa en Qaraqosh después de la expulsión del Estado Islámico

El arzobispo siro-católico Petros Moshe tomó posesión de la catedral de la Inmaculada

Primera misa en Qaraqosh después del Estado Islámico

Charlotte d'Ornellas, aleteia
Todos los habitantes de la localidad de Qaraqosh, también conocida como Bajdida, la “capital cristiana” de Irak, recuerdan el 6 de agosto de 2014. Aquel día entraron los terroristas del autodenominado Estado Islámico y les obligaron a todos a huir de la región e incluso del país. Aquella misma tarde se dijo una última misa para celebrar la Transfiguración.

Sin duda recordarán también el domingo 30 de octubre de 2016. Dos años más tarde, el arzobispo católico sirio de Qaraqosh, monseñor Petros Moshe, ha regresado por primera vez desde la huida para celebrar misa en la catedral Al Taheera (La Inmaculada).

Las fotografías son impresionantes, ya que hablamos de una iglesia devastada por el odio en la que ahora se eleva la pasión de las oraciones de reparación. Hay al menos una cosa que los radicales islamistas nunca podrán destruir: la fe de aquellos a los que persiguieron encarnizadamente.


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Estos salvajes deberían aprender de la Historia: no son los primeros que han intentado hacer callar a los discípulos de Cristo, en vano…

Los testigos de esta emotiva noticia nos ofrecen más detalles: el arzobispo postrado a punto de besar el suelo de la iglesia recubierto de escombros y cenizas. A los horrores cometidos por los yihadistas les responde con la esencia del cristianismo: la renovación no sangrienta del sacrificio de Cristo, la muerte sobre la Cruz para salvar a todas las personas. ¿Qué mejor y más hermoso testimonio podían habernos enviado, una vez más, nuestros hermanos orientales?

Durante la misa, los cañones continúan resonando en el resto de la llanura de Nínive. El motivo por que rezan, no olvidar a aquellos que llegarán a perder la vida para destruir a este ejército diabólico. Daesh está a apenas cinco kilómetros de distancia y aún queda mucho para que terminen los combates.

Durante su sermón, monseñor Moshe insistió en dos puntos: la importancia de la confianza en la gracia de Dios y la unidad entre los cristianos. Un mensaje de unidad para esos cristianos orientales tentados por las divisiones, sobre todo políticas, pero también un mensaje de esperanza para los que renuevan diariamente su acto de fe, a pesar del interminable calvario.


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“Mi presencia hoy aquí es un signo de aliento para todos los cristianos de esta ciudad que llevan dos años lejos de sus casas”, declaró monseñor Moshe, citado por la periodista Laurence Desjoyaux, enviada especial a Qaraqosh por la revista La Vie. “Al venir aquí quiero decirles que un día será posible regresar…”. Un mensaje increíble para los centenares de familias que llevan una vida difícil en el Kurdistán iraquí, en Bagdad o en los países vecinos. El arzobispo confesó sentirse feliz de ver su iglesia en pie, a pesar de los graves daños. “Esta iglesia es sin duda un símbolo para nosotros, si hubiera sido destruida no sé si habríamos tenido la fuerza para volver a entrar”.

En Qaraqosh, como en todos los lugares por donde han pasado los terroristas, tanto en Irak como en Siria, las iglesias han sido calcinadas, las estatuas despedazadas y las cruces destruidas, como si la simple idea de un sacrificio de Amor les enajenara…


Este domingo en Qaraqosh, el agua bendita que se utilizó para rociar la catedral vino desde Lourdes. Una oportunidad para hacer recordar a los cristianos franceses, y de todo el mundo, que tienen una función que cumplir para con sus hermanos, que reclaman ahora y siempre nuestra oraciones. Porque hará falta tiempo, energía y mucha valentía para regresar, reconstruir y reanudar la vida, y quizás un día, si Dios quiere, conseguir perdonar.





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